Si le encanta fotografiar la naturaleza, seguramente sabrá lo impredecibles y, a menudo, hostiles que pueden ser los elementos. Si bien es posible que tengamos un resfriado o un resfriado por el mal tiempo, los componentes electrónicos dentro de nuestras cámaras son mucho más sensibles.
Un poco de agua, algo de arena o temperaturas extremas pueden hacer que su cámara funcione mal temporalmente o incluso sufra daños permanentes. Cuando llegan las nubes de tormenta, es importante saber cómo cuidar y proteger el equipo de la cámara.
Humedad
Ya sea que llueva intensamente o simplemente una humedad intensa, las condiciones de humedad son el enemigo número uno de su cámara. La humedad no solo puede filtrarse en los elementos electrónicos de las cámaras, flashes, lentes y otros accesorios y provocar un cortocircuito, sino que también puede quedar atrapada dentro de la carcasa, causando condensación y eventualmente moho.
Para evitar esto, considere comprar una funda protectora para la lluvia para su cámara. Puede encontrarlos en versiones desechables y reutilizables. En caso de apuro, una bolsa de plástico no biodegradable será suficiente. Asegúrese de que todas las puertas de goma que cubren las entradas de la cámara estén selladas y tenga a mano un paño limpio y seco para limpiar el agua que se condense en el exterior de la cámara.
En el caso de que su cámara se moje por dentro, retire la lente y coloque todas las piezas afectadas junto a un radiador tibio (no demasiado caliente). Retire la batería y la tarjeta de memoria, abra todas las puertas y juntas y coloque la cámara hacia arriba y la lente hacia abajo para permitir que el agua se evapore por las aberturas. Los accesorios menos sensibles se pueden colocar en una bolsa de arroz seco, que absorberá el exceso de humedad.
Consejo: arroje un poco de gel de sílice (los paquetes pequeños en cajas de zapatos, etc., que dicen "NO COMER") en la bolsa de su cámara para protegerlo contra la humidificación durante el almacenamiento.
Calor o frío intenso
La mayoría de las cámaras están clasificadas para funcionar entre -10 y +40 grados Celsius (14-104 grados Fahrenheit). Por lo general, esto no se debe a la cámara en sí, sino a las baterías: los productos químicos que contienen dejan de funcionar correctamente cuando se enfrían o se calientan demasiado.
Para evitar este problema, mantenga una batería adicional en un lugar con temperatura controlada. Si dispara en el frío, guarde uno en su bolsillo para que el calor de su cuerpo lo caliente. En el calor, la bolsa de la cámara debe proporcionar una sombra adecuada para mantener la batería lo suficientemente fría para funcionar.
Nunca coloque su cámara boca arriba bajo la luz solar directa. La lente funciona en ambos sentidos y puede actuar como una lupa para enfocar los rayos en su cámara y hacer un agujero en el obturador y, finalmente, en el sensor de imagen. Recuerde que incluso las cámaras de aleación de magnesio contienen componentes de plástico, por lo que si dispara en lugares realmente extremos, como cerca de volcanes o entre incendios, use el sentido común y mantenga la cámara alejada de las llamas.
Arena
Aparte de la humedad, esta es probablemente la causa más común de mal funcionamiento del equipo. Todo el mundo quiere llevar su cámara a la playa (o tal vez al desierto), pero como sabe cualquiera que haya intentado hacer un picnic en las olas, la arena llega a todas partes y a todas partes. En el mejor de los casos, puede atascarse dentro de la lente y causar imágenes irregulares. En el peor de los casos, entrará en los engranajes y dañará gravemente las piezas móviles como el obturador o el motor de enfoque automático, o rayará la lente o el sensor de imagen.
Esto también se aplica a las cámaras compactas: la arena en la lente hará que se muele y evitará que se extienda, convirtiendo su pequeño apuntar y disparar en un costoso peso de papel. Incluso los trípodes no están a salvo de este efecto. Los granos de arena dentro de los tornillos de fijación pueden destruir la rosca y evitar que se aprieten correctamente.
Nuevamente, asegúrese de que las juntas de goma de su cámara estén bien selladas y siempre guarde su equipo dentro de una bolsa sellada para cámara cuando no esté en uso. Una cubierta protectora para la lluvia también puede ayudar a mantener la cámara libre de escombros. Si la arena se mancha o entra en su equipo, no lo limpie con un paño que pueda incrustarlo más profundamente o, peor aún, rayar los elementos de vidrio. En su lugar, consiga un soplador de aire con bomba manual para soplar los granos. Evite los botes de aire comprimido, que son demasiado fuertes y contienen productos químicos que pueden causar daños. Si no tiene otra opción, puede usar sus pulmones, pero tenga mucho cuidado de no proyectar pequeñas partículas de saliva en el interior de su cámara.
Viento
Una brisa fuerte no duele mucho por sí sola, pero puede soplar fácilmente sobre un trípode y hacer que la cámara se estrelle contra el suelo, causando un daño incalculable. En un día ventoso, ancle su equipo con sacos de arena o simplemente cuelgue la bolsa de su cámara de la columna central del trípode para pesarla (un saco lleno de rocas también funcionará). Tenga en cuenta que el viento combinado con la arena crea un chorro de arena natural que puede rayar bastante su lente si no tiene cuidado.
El mal tiempo a menudo puede dar lugar a buenas fotografías, así que salga y aproveche al máximo. Solo asegúrese de cuidar su equipo al mismo tiempo.